En enero llega a su fin una de las sorpresas más agradable de 2019. Nuestra salvaje juventud se ha ganado al público gracias al tacto y la ternura con que las autoras tratan el paso de la infancia a la adolescencia de cinco chiquillas encantadoras.
La publicación de Nuestra salvaje juventud ha sido algo mágico para Milky Way Ediciones. Cuando se contrató el manga, se le veía potencial, pero jamás hubiéramos imaginado el apoyo incondicional que iba a tener la colección y lo bien que la ha recibido tanto el público como la crítica. Una historia divertida, tierna, entrañable, con sus momentos de “tierra, trágame” y que seguramente habrá traído muchos recuerdos a los lectores. Porque el paso de la infancia a la adolescencia lo cuenta Mari Okada y lo dibuja Nao Emoto con naturalidad y una sinceridad pasmosa, pisando con frecuencia lugares comunes para cualquiera que haya pasado esa etapa de la vida.
Han sido 8 tomos para reír, emocionarse, sufrir un poquito y echar una mirada atrás a cómo vivimos cada uno de nosotros aquel abandono de la inocencia para adentrarnos en la siempre compleja adolescencia. Descubrir el sexo, sentir el primer amor, los cambios corporales, el hecho de no comprendernos del todo... Nuevas experiencias, sensaciones y sentimientos que se agolpaban en nuestro interior de repente y en un intervalo muy corto de tiempo, haciendo que viviéramos los años de esa jungla llamada instituto como un nuevo despertar a la vida.
La historia de Nuestra salvaje juventud ha tenido como protagonista principal a Kazusa, pero no se ha focalizado en ella y lo que siente por su amigo de la infancia Izumi, sino que también ha ido mostrando las dudas y miedos de Mochin, de Hongô, de Sugawara y de Sonezaki. Así, hemos acompañado a las cinco chicas del club de literatura por un emotivo viaje desde el momento en el que se plantearon qué querían hacer antes de morir y Sugawara contestara que tener sexo. Con ternura y delicadeza, Okada ha demostrado en su primer manga original por qué es una guionista tan solicitada en la industria del anime. Con un dibujo limpio y preciosista, dándole un ritmo suave pero firme al relato, Emoto ha confirmado también que es una dibujante muy a tener en cuenta.
Este octavo y último volumen completa la transición de niñas a adolescentes de cinco amigas diferentes entre sí -la dubitativa Kazusa, la inocente Mochin, la madura Sugawara, la inquietante Hongô y la temperamental Sonezaki-, pero que harían cualquier cosa las unas por las otras. Ahora que dejan atrás definitivamente la infancia, ¡comienza de verdad su salvaje juventud!